Homenaje a Margarita Costa Tenorio, profesora de Botánica.

Me he enterado, con retraso, de la muerte de una gran amiga y profesora mía, en la Facultad de Biología. Margarita Costa Tenorio, de la que no se decir si era mejor persona que botánica o al revés. Dulce, agradable, sus ojos azules no dejaban indiferente a nadie, solo superados por su sonrisa eterna. Y por su bondad y entrega a sus trabajos de investigación, a la docencia y a causas sociales y políticas que merecían su esfuerzo, que no era poco. Conservo la correspondencia epistolar que mantuvimos cuando yo estaba destinado en África, cumpliendo el servicio militar, y me envíaba material bibliográfico de la flora marroquí, además de apoyo en mi exilio chafarino. Cuando comencé a dar clase en el Instituto de Entrevías donde inicié mi labor didáctica de las Ciencias Naturales, se prestó a alguna charla a mis alumnos. Y el inolvidable viaje al Pirineo en el año 1980, cuando ascendimos el Balaitús y la Gran Facha, preciosas montañas ricas en una vegetación de la que ella, así como su compañero Helios Sáinz, tenían un conocimiento enciclopédico. Años más tarde, siendo ella Bibliotecaria, compartimos Junta Directiva de la Real Sociedad Española de Historia Natural, en la que tuve el honor de ser elegido Vocal, durante la presidencia del también llorado Santiago Castroviejo. Nunca te olvidaré, Marga.